Su padre fue pelotero en el beisbol de las Grandes Ligas y desde niño Patrick sobresalió en todos los deportes.
Cuando los Chiefs ganaron a Vikingos de Minnesota el Superbowl IV, en ese mismo año nació Patrick Mahomes, un pelotero de Grandes Ligas que jugó de 1992 a 2003, que cuando jugaba con los Mellizos de Minnesota en 1995 procreó a Pat Mahomes, quarterback campeón de la NFL y el MVP del Superbowl LIV.
Mahomes luego de ser interceptado en dos ocasiones y perdiendo el partido de su vida por 10 puntos, comandó a los Chiefs a una remontada de 21 puntos en el cuarto periodo, con lo que levantó el trofeo Vince Lombardi y ganó el premio al Jugador Más Valioso (MVP) a los 24 años, liderazgo que aprendió de su padre.
Desde niño acudía a los estadios del beisbol para ver jugar a su papá, quien jugó para Medias Rojas, Mets, Rangers, Mellizos y Cachorros, de ahí su espíritu ganador.
Mahomes destacó en beisbol, basquetbol y futbol americano, ganó el trofeo Sammy Baugh en el 2016 como quarterback de los Red Raiders de Texas Tech.
Estableció el récord en la NCAA de un solo juego con un total de 819 yardas a la ofensiva en 2016, y en ese mismo partido, empató el récord de yardas aéreas con 734, el talento lo traía desde la cuna, era parte de su ADN.
Incluso como pitcher en la Universidad Tecnológica de Texas lanzó un juego sin hit, ni carrera, por lo que los Tigres de Detroit lo seleccionaron en la ronda 37 del draft, pero no firmó el contrato, ya que pese a que resolvería su vida económicamente, su sueño era convertirse en mariscal de campo de la NFL.
Desde 1995, su año de nacimiento, que coincidió con el adiós de Joe Montana con los Jefes, dejándolos a un juego del Supertazón, pasaron quarterbacks como Steve Bono, Elvis Grbac, Rich Gannon, Trent Green, Damon Huard, Tyler Thigpen, Matt Cassel y Alex Smith, pero sin éxito.