Hemos regresado a la “Nueva Normalidad”, a un nuevo comienzo en el que será responsabilidad de cada uno de nosotros cuidarnos y proteger a nuestras familias de este virus (COVID19) que ha causado muerte, luto, dolor, desempleo, estrés, crisis, hambre y que llegó para quedarse y sentenciarnos a cambiar nuestra forma de vida.
La pandemia, marcará en nuestras vidas un antes y un después, es parte del Nuevo Orden Mundial, término usado a un nuevo periodo en la historia, las guerras y las pandemias cambian al mundo, por eso se cree que todo es fabricado intencionalmente.
Este virus que ha matado a millones en el mundo, paralizado la economía y dejado una secuela, provocará necesariamente cambios políticos, económicos y sociales, a los que habremos de sujetarnos, viviremos un periodo de transición, nuevas reglas para viajar, para comerciar y para vivir en un nuevo entorno.
A nivel local, el cambio será inmediato, ante la necesidad de adoptar un protocolo de seguridad para recibir a visitantes de todo el mundo.
Las medidas y certificaciones de seguridad, deberán ser prioritarias, primero para ofrecer un destino seguro que nos devuelva el éxito y en segundo término para no poner en riesgo a los empleados de la industria de la hospitalidad.
Bajo esa premisa, es importante no sobreponer el interés económico de la poderosa industria hotelera, sobre la vida de sus empleados y de la comunidad en general.
El semáforo de riesgo sanitario a nivel nacional tiene a
todo México en color rojo, en el nivel máximo de contagios en cada entidad, lo
que indica que no es momento para relajarnos, ni para realizar actividades no
esenciales.
Sin embargo
, en un intento por adelantar la reactivación económica y turística de Quintana
Roo, las autoridades han dispuesto usar un semáforo sanitario alterno
(estatal), que pueda ser manipulado a favor del retiro de restricciones y la
apertura paulatina de hoteles y negocios, como ya se hizo desde el pasado
lunes.
Sin embargo, colocar en color “Naranja” a la zona norte del estado, a destinos como Cancún, Solidaridad, Cozumel, Isla Mujeres, Puerto Morelos y Tulum, y dejar en color rojo, a los cuatro municipios del sur del estado, como Othón P. Blanco, Felipe Carrillo Puerto, José María Morelos, Bacalar, resulta incongruente, un insulto a la inteligencia de la gente.
Durante esta pandemia, en el norte del estado se han contagiado más de 2 mil personas y muertas poco más de 400, según las cifras conservadoras de la Secretaría Estatal de Salud, mientras que, en la zona sur, solo hay 200 contagios y 20 defunciones por Covid-19.
En cifras más reales y de acuerdo con el Modelo Centinela de Vigilancia Epidemiológica que dicta que por cada caso de contagio de COVID 19 que se registra el sector salud, hay 8 no llegan a los hospitales, estaríamos hablando de 18 mil contagiados en la zona norte y por consecuencia de un número mucho mayor de muertes por Coronavirus.
No hay nadie que este leyendo esta columna, que no se haya enterado de la muerte de un conocido por coronavirus y peor de haberlo vivido en el seno familiar, lo que evidencia la gravedad del caso y las dramáticas cifras de la pandemia en Quintana Roo.
Todos sabemos de un vecino, doctores, enfermeras, policías,
bomberos, taxistas, comerciantes, servidores públicos, periodistas y conocidos
que han perdido la batalla tras haberse contagiado por este letal virus.
Entendemos que el semáforo “naranja” en la zona norte de Quintana Roo, se
instituye para impulsar la reactivación económica en esta región turística,
pero también que es resultado de la presión de hoteleros y turisteros para
reabrir sus negocios.
Ello conlleva una responsabilidad, porque a nivel nacional estamos etiquetados dentro del semáforo rojo de riesgo sanitario y a Quintana Roo se considerada estable, pero establemente alto.
Todo el país está al rojo vivo y no somos la excepción, una región con el segundo aeropuerto más importante de México y primero en vuelos internacionales, no puede relajarse, ni abrir sus puertas sin mantener las medidas preventivas y restricciones a viajeros en el más alto nivel de seguridad.
La apertura inicialmente debe ser para quienes requieren de viajes por actividades esenciales, no para el turismo de placer.
Hace falta que personal de hoteles, restaurantes y prestadores de servicios estén realmente certificados y capacitados para hacer frente a la nueva realidad.
El gobierno estatal ya levantó la ley seca, y esto implica que se ha quitado el “candado” a restaurantes, centros nocturnos, centros de diversión y dado “luz verde” a la comercialización de bebidas alcohólicas en todos los puntos de venta, sin duda, el principal motor para el relanzamiento de la actividad turística y el regreso a la fiesta en el Caribe mexicano.
Todo tiene una responsabilidad, al tiempo…