Boom Fm / Redacción
En José María Morelos, Quintana Roo, la situación está al rojo vivo, pero no precisamente por el clima. Al presidente municipal Erik Borges Yam, conocido en los pasillos del poder como “El Rebelde”, parece que la presión ciudadana y las acusaciones de corrupción lo han dejado sin refugio.
Los rumores corren como pólvora en el Palacio Municipal: Borges Yam ha puesto un letrero implícito en su oficina que dice “No molestar”. ¿La razón? Un informe de gobierno lleno de abucheos y señalamientos que lo dejaron en la cuerda floja tras reprimir la libertad de expresión de su pueblo.
No es para menos. Según trascendidos, los manejos turbios de los recursos públicos están saliendo a la luz como si fuera una tormenta de verano: contratos multimillonarios para amistades cercanas y obras con más sospechas que resultados. Mientras tanto, quienes trabajan en la administración —y que tienen algo que esconder— empiezan a mirar nerviosos sobre sus hombros, porque la justicia podría estarles pisando los talones.
Pero, ¿qué hace “El Rebelde” ante la crisis? No mucho. Parece más preocupado por intentar salvar su imagen en ruinas que por atender a las familias que llegan al Ayuntamiento en busca de ayuda. Negar audiencias a sus ciudadanos podría costarle caro. La paciencia del pueblo tiene un límite, y la verdadera evaluación de su gestión será en las urnas.
Erik Borges Yam se enfrenta al peor de los juicios: el de una ciudadanía que no olvida ni perdona. Si bien él podrá esquivar las reuniones y los reclamos, el escrutinio público lo sigue a donde vaya. Y en el calor político que se vive en José María Morelos, parece que ni el sol quiere cobijarlo.