Redacción / Boom Fm
México.- Cada 2 de octubre, México recuerda un episodio oscuro, una cicatriz que el tiempo no ha logrado borrar: la masacre de Tlatelolco. Ese día, la Plaza de las Tres Culturas se convirtió en escenario de muerte y represión. Lo que comenzó como un movimiento estudiantil, exigiendo cambios democráticos y libertades civiles, terminó en una tragedia cuando el ejército y las fuerzas del gobierno abrieron fuego contra miles de estudiantes, trabajadores y familias que se manifestaban pacíficamente.
El gobierno, encabezado por Gustavo Díaz Ordaz, intentó silenciar la voz de una generación que pedía justicia, igualdad y la apertura de un sistema político cerrado. La Olimpiada de 1968, que se celebraría días después en la Ciudad de México, presionó al régimen a mantener una imagen de control y estabilidad ante los ojos del mundo. El costo de esa imagen fue la vida de cientos de personas, y hasta el día de hoy, las cifras exactas siguen siendo un misterio.










La memoria de Tlatelolco no solo nos obliga a reflexionar sobre los errores del pasado, sino también a mantener viva la lucha por la justicia y los derechos humanos. Mientras el gobierno de entonces buscaba callar a una generación, lo único que consiguió fue hacerla inmortal. Porque, aunque pasen los años, el eco de las voces de ese 2 de octubre sigue resonando en el corazón de México: “¡2 de octubre no se olvida!”.
Hoy, al recordar, más que honrar a los caídos, renovamos el compromiso de seguir luchando por un país donde el derecho a manifestarse no sea castigado con sangre. Porque mientras la herida de Tlatelolco siga abierta, el silencio jamás será una opción.