Boom Fm / Redacción
Chiapas.- El presidente municipal de Las Margaritas, Bladimir Hernández Álvarez, se ha convertido en el gran paladín de la alfabetización en su municipio, aunque parece que la única palabra que sabe leer y escribir con claridad es fraude. Con discursos emocionados sobre el supuesto impacto del programa de alfabetización del gobernador, Bladimir se presenta como el salvador de su gente. Pero, detrás de la cortina de humo, la realidad es mucho menos heroica y mucho más… lucrativa.
Hernández Álvarez ha recibido la nada despreciable cifra de 100 espacios para la alfabetización, de los cuales, curiosamente, apenas logró inscribir a 47 personas. ¿La razón? Según fuentes locales, Bladimir, con su característico “buen corazón”, ha impuesto un costo de mil pesos por inscripción. Sí, leyeron bien, mil pesos. Esto en un municipio donde la pobreza es más común que un día sin sol. Un gesto tan generoso como pedirle a los habitantes de Las Margaritas que vendan su alma por poder aprender a leer.
Lo más irónico de todo esto es que el programa de alfabetización, como su nombre lo indica, debería ser totalmente gratuito. Pero claro, en el reino de Bladimir, la educación tiene un precio, y no es cualquier precio: es el precio de un sueño, el precio de la esperanza, y, como no, el precio de las promesas vacías.
Mientras tanto, su contrincante político, el ingeniero Arturo Alvarado, no solo cumplió con las metas del programa, sino que recibió tres veces más espacios y, lo mejor de todo, no cobró ni un centavo a los beneficiarios. No hay duda, Arturo parece tener una vocación de servicio que ni Bladimir ni sus mil pesos por inscripción alcanzan a comprender.
Es lamentable que un programa tan importante, que podría haber sido un verdadero motor de cambio, se convierta en una excusa más para hacer política y enriquecerse a costa de los más vulnerables. Al final, lo único que Bladimir está impulsando es su propia carrera política, sin importarle lo más mínimo el bienestar de la gente que dice representar.
Las Margaritas necesita líderes comprometidos con la educación, no comerciantes de la esperanza. Es hora de que el pueblo se despierte y pida cuentas. ¿De qué sirve hablar de progreso si las puertas se cierran con un precio tan injusto?