Boom Fm Staff
Dicen que en los pueblos pequeños todo se sabe, pero en Socoltenango lo único que no se ha visto… es a su presidente municipal. Juan Carlos Morales Hernández hizo historia, no por su gestión, sino por su capacidad de gobernar a control remoto desde Tuxtla.
El pueblo, ingenuo, pensó que la segunda toma de protesta significaba compromiso. Error. Para el alcalde era solo un trámite antes de mudarse cómodamente a la capital. ¿Gobernar desde el municipio? ¿Atender a la gente? ¡Qué ocurrencia! Mejor dirigir los recursos públicos desde la comodidad de Tuxtla, donde el tráfico es más ligero y las preocupaciones menos pueblerinas.
Los socoltenanguenses se preguntan si su presidente es un político o un mito urbano, porque verlo es más difícil que encontrar una carretera sin baches en el municipio. Mientras tanto, la presidencia municipal parece un set de película postapocalíptica: vacía, olvidada y sin señales de vida.
El pueblo ya lo dice claro: “Si no piensa aparecer, que renuncie”. Pero, seamos honestos, pedirle ética a alguien que usó el dinero del pueblo para su reelección es como pedirle a un tiburón que se haga vegetariano.
Así que aquí seguimos, en Socoltenango, esperando un milagro o, al menos, una señal de que el alcalde sigue existiendo. Aunque, si nos atenemos a los hechos, quizá ya deberíamos declararlo oficialmente desaparecido y empezar a buscar un nuevo presidente.